Siguiendo con nuestros paseos por Munich y el estado de Baviera, nos encontramos con la figura de Luis II , el Rey Loco.

En el pasado, fue denostado al negarse enérgicamente a participar en una guerra inevitable; cuando finalmente debió hacerlo y fue vencido, recorrió los pueblos de Baviera para pedir perdón a sus compatriotas. Hay que tener en cuenta esa época y el pueblo al que pertenecía, tan propenso a solucionar sus conflictos por medio de las armas.
Incomprendido por ser homosexual y por rechazar a su prima Sofía, prefirió la compañía del genial Wagner.
No tuvo herederos, pecado que no podía ser perdonado a un rey. Sus contemporáneos se cansaron de sus excentricidades y gastos superlativos, que dejaron las arcas del estado exhaustas. Decidieron entonces, encerrarlo en el Castillo de Starnberg.
Murió ahogado, aunque sabía nadar, lo que despierta lógicas sospechas.

Pero la valoración que hacen los alemanes actualmente, es bien distinta; rechazan hasta la mínima posibilidad el considerarlo loco; todo lo contrario.
Están agradecidos porque los tres cuestionados palacios, que fueron erigidos en lugares de belleza indescriptible, se han convertido en un reclamo turístico evidente, tanto que Munich es la ciudad que recibe más turistas de toda Alemania.

Levantó tres castillos, completamente diferentes entre sí:

Linderhof.
Con el objeto de tener una cueva junto al lago, en la que se pudiera representar la ópera de Wagner «Lohengrin«. Pero no encontró el lugar apropiado y entonces se decidió a crearlo artificialmente. Para deleite del único espectador: él mismo, sentado en el trono que rodea todo el fantasioso entorno.

Chiemsee.
Inspirado en el Palacio de Versalles, de Luis XIV, por el que sentía auténtica fascinación. Muy elegante con sus hermosos jardines.

Neuschwanstein.
Es el lugar más visitado de Alemania. Tanto que si uno va por su cuenta, es imprescindible reservar previamente las entradas, a riesgo de soportar una fila de más de dos horas, en verano. Dentro, la visita dura unos 35 minutos; no es posible detenerse ni en el dormitorio, presidido por una cama tallada durante catorce años en madera de caoba, ni en la cocina, que sigue los diseños de Leonardo Da Vinci, porque los cuidadores van empujando hacia la salida.
Las visitas desde las ventanas son un espectáculo aparte. Pero es desde el puente colgante de María donde se contempla una vista mejor: a nuestros pies una colina al lado del lago, el bosque y los picos nevados de los Alpes.

Alicia N.Rivara

Foto via http://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Neuschwanstein  * Lic. Creative Commons http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/

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