Es una buena decisión viajar a Polonia ; de importancia, no es un viaje cualquiera.
Recorreremos una gran llanura en la que se encuentran extensos pinares, fértiles tierras y bellos pueblos bien comunicados. Y por supuesto conoceremos sus acogedoras e imprescindibles ciudades como Cracovia, Varsovia o Czestochowa.

Gracias al Tratado de Versalles hay una Polonia para soñar y otra para poder rehacer y escribir su historia. A nadie escapa los sufrimientos y guerras que sus habitantes padecieron; a pesar de todo, nunca dejó de sonar el piano de Chopin que llena de melodías el país.

Como también es recordado por todos, creyentes o no, la figura de Juan Pablo II: fue el Papa Polaco del siglo XX y, hasta el final de sus días, el «Papa Viajero«. 
Podemos decir que fue él quien, de manera definitiva, dio a conocer este «nuevo país» hasta el día de hoy. Miles de turistas, pero sobre todo peregrinos , viajan siguiendo sus huellas: la Ruta de Juan Pablo II.
El primero en hacerlo fue su sucesor Benedicto XVI, para honrar en diversas ocasiones su memoria. Fue, quizás, el homenaje más representativo a Juan Pablo II, pues era el primer viaje apostólico fuera de Italia, a la patria de quien durante más de un cuarto de siglo acompañó la ruta de la Barca de Petro, llevando su timón con mano firme pero misericordiosa, hasta los albores del tercer milenio.

Hoy día son muchos los cristianos que se unen a este homenaje peregrinando por Polonia, caminando por los lugares más significativos de las Parroquias.
Se visitan los lugares que tantas veces pisó el joven Karol Wojtyla, se recuerdan algunos de los discursos que en ellos pronunció como Juan Pablo II; y también hay un acercamiento al recuerdo que Benedicto XVI hizo de su antecesor en su patria natal.

Polonia es un país que ofrece experiencias inolvidables. Su interesante y apasionante historia y su situación en el Centro de Europa, punto de unión de las influencias de muchos pueblos y creencias, hacen que Polonia fascine por su cultura, tanto material como espiritual.
En Polonia existe un conocido proverbio que todos los polacos se toman muy en serio: «Un huésped en tu casa es Dios en tu casa».
Por eso, independientemente de donde o como vivan, los polacos recurren a su larga tradición de hospitalidad eslava para dar la bienvenida a nacionales y extranjeros con calor y afecto.
Además es un país de tolerancia religiosa. No tuvieron lugar guerras de religión; aunque la mayoría son católicos, viven en armonía con los fieles de otras religiones: protestantes, judíos, musulmanes.

Según una antigua costumbre polaca, a los visitantes se les recibe con pan y sal. El pan significa confianza, y la sal, duración. Antiguamente la sal, cara como el oro, era muy apreciada. Como la amistad.

Imagen de portada: Krakow view from Kopiec Krakusa , by Gnesener1900. Licencia GNU

Pin It on Pinterest

Share This