Hemos dedicado ya en este blog de viajes y turismo religioso, varias entradas a Baviera , Munich y el Sur de Alemania; ahora aprovechando que este mes de agosto, tenemos un grupo que sale para recorrer el Norte de Alemania, nos vamos a transportar a esta zona, que quizás no sea tan turística , pero también fascinante y llena de interés.

Alemania, con su rica historia y diversidad cultural, siempre ofrece al viajero una experiencia diferente. El norte del país presenta una serie de destinos que combinan la tradición y la modernidad. Desde la vibrante Berlín hasta la encantadora Schwerin,  es un viaje prometedor.

Empezamos por Berlín, el alma de la Nación
Berlín, la capital de Alemania, es una ciudad que no solo ha sido testigo de momentos muy dolorosos en la historia mundial, sino que también se ha reinventado constantemente. Al caminar por sus calles, uno se siente transportado a través del tiempo, desde el esplendor prusiano hasta los días del Muro de Berlín y su caída, cuando los dos estados separados, la RFA y la RDA , se volvieron a unificar en 1990, tras más de 40 años de caminos separados por las consecuencias de la segunda guerra mundial.
La visita al barrio judío nos acerca a esos terribles días, las placas conmemorativas y los «stolpersteine» (piedras de tropiezo) incrustados en el pavimento recuerdan a los transeúntes las vidas de los judíos que fueron deportados y asesinados durante el Holocausto.
En Berlín, la historia está siempre presente. El imponente Parlamento ( Reichstag ), con su cúpula de cristal diseñada por Norman Foster, simboliza la transparencia de la democracia alemana. No muy lejos, la Puerta de Brandeburgo, se erige como testimonio de la reunificación.

La Isla de los Museos es un tesoro para los amantes del arte y la historia. El Pergamonmuseum impresiona con sus monumentales reconstrucciones arquitectónicas, mientras que el Neues Museum resguarda la misteriosa figura de Nefertiti. Berlín es también una ciudad de contrastes, donde el arte callejero y vanguardia en la East Side Gallery del antiguo Muro convive con la sofisticación de la Ópera Estatal y la vibrante vida nocturna de Kreuzberg.

A solo unos kilómetros al suroeste de Berlín se encuentra Potsdam, el refugio de los Reyes. cuenta con numerosos palacios construidos por orden de Federico II. Una ciudad que parece sacada de un cuento de hadas.
El Palacio de Sanssouci, con sus cuidados jardines y su arquitectura rococó, nos transporta a la era de Federico el Grande. Pasear por los jardines de Sanssouci es leer un libro de historia, con cada fuente y estatua narrándonos un capítulo.

El Neues Palais es otra joya de Potsdam, ofrece una visión del esplendor de la corte prusiana, incluyendo la famosa Sala de Mármol, así como una impresionante colección de arte y mobiliario de la época, y la serenidad y belleza de sus jardines.
Pero en Potsdam tenemos también el escenario mítico de otra etapa de la historia: los días de la Guerra Fría. Muy icónico en la literatura y cine del siglo XX: el Puente de los Espías, cuando este paso fronterizo fue escenario de intercambios de espías entre Oriente y Occidente.

Hannover,  a menudo pasada por alto en los itinerarios turísticos, es una ciudad que sorprende por su elegancia y arte moderno. Es conocida por sus Jardines de Herrenhausen, uno de los mejores ejemplos de jardinería barroca en Europa, Hannover ofrece un respiro tranquilo y verde. Los jardines, con su simetría perfecta y sus fuentes danzantes, son un lugar ideal para desconectar del bullicio urbano.
La ciudad también alberga el impresionante Nuevo Ayuntamiento, un edificio neogótico que domina el skyline. La Iglesia Markt y el Alte Rathaus, primer ayuntamiento de la ciudad, muestras de la rica herencia gótica de la ciudad,
Y cerca de la ciudad nos espera una encantadora visita: Hamelin , y su flautista, leyenda de los cuentos de los Hermanos Grimm.

Bremen , es también Patrimonio de la Humanidad .Es otra ciudad con una atmósfera medieval encantadora. Su casco antiguo está dominado por la Marktplatz, el Ayuntamiento de Bremen, con su fachada gótica, y la estatua de Rolando, que simboliza los derechos y libertades de la ciudad,
Además está el Schnoorviertel, el barrio más antiguo de Bremen, un laberinto de calles estrechas y casas de colores que datan de los siglos XV y XVI. Este rincón pintoresco de la ciudad es perfecto para perderse y descubrir tiendas artesanales y cafés acogedores.

Hamburgo en cambio, con su puerto bullicioso y su aire cosmopolita, es una ciudad que mira al mar. La Elbphilharmonie, con su diseño futurista, se ha convertido en el nuevo símbolo de Hamburgo, reflejando la ambición y el espíritu innovador de la ciudad.
Desde su plataforma , se puede admirar el puerto, un laberinto de canales y almacenes. Y vamos a pasear en barco para poder disfrutar más del escenario.

Lübeck, es viajar al pasado Hanseático. La Reina de la histórica Liga Hanseática, es una ciudad que ha mantenido su carácter medieval intacto. El Holstentor es una de las puertas medievales mejor conservadas de Europa, las calles empedradas y las casas de ladrillo gótico narran su pasado comercial y marítimo.
La iglesia de Santa María, con sus dos imponentes torres, es un ejemplo espléndido del gótico báltico. Lübeck también es famosa por su mazapán, que se puede disfrutar todo el año en la confitería Niederegger, abierta en 1806

Y para rematar la experiencia , Schwerin: con su castillo de ensueño , situado en una isla de un idílico lago.
Con sus torres y jardines, es uno de los castillos más impresionantes de Alemania. Su interior, lleno de salas ricamente decoradas, y su entorno natural lo convierten en una visita imprescindible.

La catedral de Schwerin, con su arquitectura gótica, ofrece una vista impresionante desde su torre. Y el Pfaffenteich, un tranquilo estanque en el centro de la ciudad, ideal para un paseo relajante, completando así este viaje por una zona de Alemania no tan conocida, pero llena de descubrimientos.

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