Viajar a Latinoamérica me ha resultado familiar. Siempre allí me he sentido entre hermanos; he trabajado pastoralmente con la misma ilusión que en España.

Han sido varios los viajes por estas tierras americanas. El más repetido, Perú. Cuando celebramos el quinto centenario de la parroquia de San Sebastián de Carabanchel, nos hermanamos con la de Santa Rosa de Ocopa, en el valle del Mantaro, muy cerca de Jauja. Nos comprometimos a compartir sus desvelos por aquellas poblaciones de los Andes peruanos que ellos atendían, que sufrieron el efecto del Ciclón del «Niño», que derribó sus iglesias y se llevó sus caminos.
Al estilo de San Pablo, fuimos varias veces a estar con ellos y llevarles nuestra colecta.

Una de las veces nos sucedió algo inusitado. Cuando volvíamos de visitar el Valle Sagrado de los Incas y Machu Picchu en el tren de Aguas Calientes a Cuzco, nos encontramos con las vías cortadas por los habitantes de unas poblaciones situadas por debajo del Machu Picchu.
El candidato Toledo les había prometido hacer una carretera, cuando fue a solicitar sus votos. Las anteriores riadas les habían arrancado las vías del tren y estaban incomunicados.
Pasados tres meses las cosas seguían igual. Y aquí estaban, con su protesta cortando las vías del tren.
Fue peor al día siguiente. Cuando íbamos al aeropuerto a tomar el avión, que nos llevaba a Lima, para empalmar con el que subía a Iquitos y entrar en la selva, nos encontramos con la carretera cortada.
El guía local tuvo la buena idea de rodear, en sentido contrario, las vallas del aeropuerto, sabiendo que había una puerta en algún extremo. Efectivamente la Dirección del Aeropuerto envió una azafata en busca nuestra y desplazaron un autocar a la puerta de la valla.
Cambiamos de un autocar a otro nuestro equipaje. El avión nos esperaba.
Por un caminito que seguía en paralelo las pistas, llegamos a la terminal y, sin más, subimos al avión camino de Lima a Iquitos. En ningún sitio he encontrado tal amabilidad y atención con nosotros.
Gracias, amigos del Perú, el trato que nos disteis, mereció ser enmarcado en mi memoria.

Hilario Peña Rojo.

Foto portada: Adaptación de PeruRail 291 de Jennifrog
Licencia Creative Commons By CC 2.0

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