Hoy en día podemos hacernos una idea de como eran los países del antiguo bloque comunista, viajando y visitando los antiguos y numerosos vestigios, en forma de estatuas, monumentos, viviendas y edificios gubernamentales, que aún quedan en la actual Rusia, Rumanía,  y demás países del Este; países que en su mayoría han cambiado vertiginosamente.

El Padre Hilario Peña acaba de publicar «Descorriendo la cortina», un libro de relatos de viajes por los países de economía socialista.Se remonta , nada menos, que a 1985.
Ahora vamos a viajar al pasado:

El avión de Iberia aterrizó puntualmente en el aeropuerto de Zurich. Nos agradó sentir en los brazos desnudos el aire de la mañana, Sabíamos que estábamos en Suiza, y Suiza se cobija a la sombra de los Alpes. Aquí el verano es mucho más agradable.

Viajeros en tránsito, pasamos a la sala de espera dispuestos a tomar otro avión con destino Moscú. Pronto, muy pronto, nos avisaron para el embarque.

– ¿Y en este trasto vamos a volar?
Quien preguntaba era Pepe, mi compañero de habitación en aquel viaje. Y el «trasto» al que hacía alusión, era el avión de hélices ruso, un tanto desvencijado y obsoleto.
– Confía, los rusos dominan el espacio y se pasean por las alturas, a bordo de sus cápsulas espaciales. Seguro que este viejo «trasto» también nos lleva a Moscú. (….)

A Dios gracias, el viaje ya era posible. De mi pasaporte había desaparecido la antigua cláusula «Válido para todos los países del mundo excepto Rusia y Países Satélites«
Sin embargo, no había vuelo directo de Madrid a Moscú. De aquí que tenía que ser a través de algún otro país. El muro de Berlín seguía en pie. Yo simplemente quería descorrer la cortinilla y observar a la gente caminando por sus calles y plazas, entrar en sus tiendas y comprarme una matrioska.

El aterrizaje en Moscú fue normal y seguro. Más complicado fue pasar la aduana, la espera ante las ventanillas, las miradas sospechosas del policía de turno. Un trámite largo y complicado. Pero, al fin, recogimos el equipaje y salimos al exterior.
Allí nos esperaba Katia, la Guía-Comisaria del grupo. Una joven diminuta y dinámica, que hablaba con fluidez y soltura un buen español. Para guiar nuestro grupo se había desplazado a Moscú desde Kiev, su ciudad.

Este fue el primer contratiempo: suprimir del Programa la visita a Kiev.
Pero ya se nos advertía:  El Programa podría sufrir alteraciones y supresiones. Todo dependía de la Agencia Rusa. Y no teníamos derecho a reclamaciones. Estábamos en la URSS. (continuará)

 

 

 

 

Pin It on Pinterest

Share This