El propósito de Dios se inscribe en la historia del pueblo elegido. Es en Belén, la ciudad de David, donde ocurre el hecho que desencadena la historia de la salvación.
Este nacimiento se describe según el esquema de la paradoja. Jesús es «el Salvador, el Mesías, el Señor» y sin embargo su nacimiento se produce en el despojamiento y la pobreza. Los primeros a los que se revela esta buena noticia son unos pastores, representantes de los pobres y sencillos, que serán también los primeros en recibir la palabra de Jesús.

«Mientras estaban en Belén, para inscribirse, a María le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito , lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada«.
No había sitio para ellos en la habitación principal reservada para los huéspedes y, seguramente, con la llegada de otros familiares para hacer el censo, estaría ocupada.
Pero, normalmente, había otra que servía para todo, como puede apreciarse en el «poblado» de Nazaret , excavada bajo la Basílica de la Anunciación : una gruta almacén en la que se guardaban los utensilios de trabajo, jarras para el vino y el aceite, y todo lo que podía estorbar en la habitación principal. Además allí se cobijaba la oveja, la cabra o el borriquillo, para el que se hacía un pesebre en la pared.

José y María ,que conocen las prescripciones de la Ley judía, a causa de la impureza ritual de la mujer que acaba de tener un hijo y persuadidos por el misterio que guardaban con tanto celo, se fueron a esta pequeña habitación recogida y abrigada porque «no había para ellos lugar en la habitación principal de la casa«.
La presencia del pesebre recuerda la costumbre palestina de reservar para los animales un rincón junto a la misma habitación que utilizaban las personas.
Al estar María próxima al parto, buscan el lugar más discreto en esta ocasión. Orígenes, citando el cumplimiento de la profecía de Miqueas, escribe que en Belén se muestra la casa-establo-pesebre donde nació Jesús.

La teología de este episodio se subraya en San Juan: «La Palabra…vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron«. Nace en la utopía «no hay lugar para El», no tiene puesto en nuestro mundo. La pobreza del Salvador, tan marcada en el tercer Evangelio , comienza ya en el momento de su nacimiento.

En la Basílica de la Natividad , debajo del altar mayor, está la escalera de mármol por donde se desciende a la gruta natural donde se sitúa el lugar del nacimiento de Jesús. Allí hay un altar y en el suelo una estrella de plata señalando el lugar : «Aquí de la Virgen maría nació Jesucristo«. Y a un lado, en una capillita, se venera el pesebre.
Al entrar en esta gruta hay un profundo estremecimiento. Es celebrar la Navidad, el misterio del gozo, de alegría, de luz y de paz.
Hoy, sobre todo, os invito a cantar:

Vienen caminado desde Nazaret,
y se van cerrando puertas en Belén.
Por pobres, no tienen hogar ni posada,
se van por do vienen, que es noche cerrada.
Buscan una gruta… -Podrá aquí nacer?
Tú, el de las virutas, dímelo, José.

Nació…y al chiquillo le quiso acostar
do está el borriquillo, y al pesebre van.
Le dice María: -¿No quieres? – No quiero.
Detras sonreía José, el carpintero.
Espero pastores y magos de Oriente
con grandes tambores y ricos presentes

María temblaba ,¿cómo le va a abrazar?,
parece que estaba hecho de cristal.
Y en las duras pajas, que son alfileres
que su cuerpo fajan, duerme el que más quiere.
Ángeles cantores llegan a Belén,
donde los alcores cantan: !Paz y Bien!
Y hasta las palmeras del largo camino
son hoy las primeras que adoran al Niño.
(Hilario Peña)

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