A escasos metros de la casa de Pedro , se encuentra la Sinagoga del siglo IV. Bajos sus ruinas se encuentra la del templo de Jesús , construida con piedra basáltica, la piedra propia de la región.
La Sinagoga del siglo IV es la más bella de las antiguas sinagogas de Israel . Toda ella de piedra blanca que no se encuentra en Cafarnaúm , ni en sus inmediaciones. Traída , seguramente, de alguna cantera lejana.

La Sinagoga de Cafarnaúm fue testigo de numerosas intervenciones de Jesús . Como buen judío, asistía a los cultos del sábado, discutiendo frecuentemente con los doctores de la Ley.
Es obvio que en tales circunstancias se abordaran los temas más candentes. Tanto es así que un día Jesús no duda en proferir el «Discurso del Pan de la Vida«, un discurso capaz de escandalizar a tímidos y pusilánimes. Habla en efecto de un pan de vida que sólo pueden recibir quienes se alimentan con su propio Cuerpo. Todo ello comprensible a la luz de la Eucaristía.

Impresiona la Sinagoga actual, con la sala de la oración, el patio oriental, los muros de la nave central; una galería alta que pudo haber servido de matroneo : el lugar de oración para las mujeres, que tenía que estar separado de los hombres, como sucede hoy en el muro de las Lamentaciones . A la derecha estaban dispuestos dos aposentos, donde se guardaba o estaba expuesto el rollo de la Ley.

La primera parte del Discurso debió de ser de una expectación tensa, y a la vez de creciente entusiasmo en aquellos hombres galileos de espíritu nacionalista, que tenían que trabajar duro para conseguir el pan de cada día, y pagar además numerosos impuestos. Fantástica promesa para aquellas gentes que el día anterior se habían hartado del alimento terreno de pan y peces. La respuesta de la gente fue espontánea : «Señor, danos siempre de ese pan «.
A la vista estaba que la mayoría no había entendido nada: «Muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con El».»Esta doctrina es inadmisible, ¿quien puede aceptarla?».

Escuchar «Yo soy el pan de vida…bajado del cielo», causó un gran impacto. No era esto lo que esperaban. Este lenguaje ininteligible terminó deseperándoles.
Sobre las violáceas aguas del lago comenzaban a alargarse las sombras proyectadas por las colinas de la Baja Galilea , mientras el verde intenso de las laderas próximas a Cafarnaúm se volvía más amarillo con el oro de los últimos rayos del sol poniente.
En el rostro de Jesús comienza a dibujarse una tristeza indefinible de fracaso, o más bien de pena por los que le han vuelto la espalda. Soledad y pena que a partir de ahora le acompañarán hasta explosionar en la cruz en un grito desgarrador.
«¿También vosotros queréis iros?», pregunta Jesús a los doce. La respuesta de Pedro debió de aliviar su corazón, porque en el fondo lo que reflejaban sus palabras era una actitud de fidelidad incondicional. Los valientes, los incondicionales, son siempre pocos.

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