En nuestro último viaje a Tierra Santa he descubierto, y me ha sorprendido, la vieja ciudad de Séforis , muy próxima a Nazaret.
Entre el mar de Galilea y el Mediterráneo, es conocida por ser, según la tradición, la patria de Santa Ana, madre de la Virgen María, y antigua capital de la Galilea romana.

Saffurieh, en árabe, y el Talmud la llama Zippori , pájaro en Hebreo. Y en la época antonina, posiblemente con Adriano, se convirtió en Diocesarea , por César, llegando a ser centro administrativo de toda Galilea.

A la muerte de Herodes la ciudad se sublevó pero fue reconquistada. Herodes Antipas la convirtió en capital de su reino y residencia hasta que construyó Tiberias.
Mantuvo siempre una gran tradición judía; fue sede del sanedrín durante 17 años y aunque éste se traladó después a Tiberias,  Séforis siguió albergando numerosas escuelas rabínicas. Esa es la razón por la que participo activamente en todos los levantamientos judíos que se produjeron.

Fue importante también en la antigüedad, gracias a su abundante agua.
Los cruzados revitalizaron la tradición de que Santa Ana, madre de la Virgen, era oriunda de esta ciudad y por eso construyeron una basílica; sus ejércitos se reunían en esta ciudad, y de aquí partieron cuando fueron a enfrentarse a Saladino, en los Cuernos de Hattin.

En el siglo XVIII fue fortificada, convirtiéndose en una ciudad árabe de cierta importancia en Galilea. Pero en la guerra de 1948 fue arrasada por el ejército israelí, quedando en pie solo el orfanato de las religiosas de Santa Ana.

En la actualidad podemos contemplar los espléndidos restos arqueológicos, que merecen una visita dedicada a Séforis :

La Acrópolis romana está en lo alto de la colina, y en sus laderas, la ciudad. Así es como se encontraron:
Un teatro romano y un palacio del siglo II. En el suelo del comedor -triclinio- del palacio, hay un mosaico con escenas de Dionisios y su culto, destacando el rostro de una mujer, conocida como “la Mona Lisa de Galilea”. La foto de la portada está tomada de ese cautivador rostro.

Una hermosa villa romana del siglo III, en cuyas salas hay mosaicos geométricos y florales, con una inscripción: “Dios socorredor”; es conocida como la casa del Festival del Nilo , por un mosaico que representa al Nilo, y tiene veinte habitaciones soladas con otros mosaicos geométricos y florales.

En la ladera sur está el barrio bajo, el más excavado. Estaba cruzado transversalmente por dos grandes vías pavimentadas, con aceras techadas, columnas y tiendas a ambas lados. Las calles fueron revestidas de mosaicos en el siglo VI.
La sinagoga es del mismo siglo, con un mosaico central del dios Helios y signos del zodiaco y otros con escenas bíblicas.

Posteriormente, los cruzados construirían una basílica dedicada a San Joaquín y Santa Ana, sobre los restos de la sinagoga ; todavía se conserva el ábside y algunas paredes, y también una torre.

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